Hacer fotos de los más pequeños de la familia es una disciplina que al mismo tiempo resulta muy satisfactoria y bastante complicada, ya que se trata de unos sujetos muy espontáneos e imprevisibles que lo mismo pueden ser encantadores que negarse a colaborar sin motivo aparente.
Por eso, antes de lanzarnos a fotografiar a niños y/o bebés conviene tener en cuenta una serie de trucos y recomendaciones para ser capaces de conseguir buenos resultados.
Te dejamos aquí algunos consejos que te pueden ser muy útiles para no desesperarte y que el peque salga lo mejor posible.
Consigue su confianza
Lo primero que hay que tener en cuenta es que un niño fácilmente puede verse intimidado por alguien que se acerca mucho a él con una misteriosa caja negra que dirige hacia él con mucha insistencia. Esto es algo aplicable especialmente si hablamos de hacer una sesión fotográfica profesional, aunque bastante menos si se trata de retratar a nuestros propios hijos o a los de amigos y/o familiares.
Plantéalo como un juego
Además de para conseguir su confianza, hacer que la toma de fotos se desarrolle como un juego es la mejor manera de evitar otro problema habitual de los niños: el aburrimiento. Ya sabes que los niños son muy variables y que si algo deja de interesarles cambian muy rápidamente el chip y pueden pasar de colaborar con el fotógrafo a evitarle sin más.
Planifica la sesión
En el caso de que vayamos a hacer una sesión profesional, tener un guión previsto sobre lo que queremos realizar es una buena medida, aunque siempre teniendo en cuenta la imprevisibilidad de estos sujetos que puede hacer que tus planes se echen por tierra. Sin embargo, precisamente por esto es interesante planificar alternativas sobre qué hacer para poder adaptarte al “humor” que el niño tenga ese día.
Nunca obligados
En cualquier caso, siempre debería prevalecer la norma de no obligar a un niño a ser fotografiado. Si un pequeño no colabora lo mejor es dejarle porque si tratamos de obligarle seguramente será peor. Si lo hacemos probablemente sólo consigamos disgustarle o, como mucho, lograremos algunas sonrisas falsas que no merecerán la pena porque habremos perdido la espontaneidad tan característica de los niños y/o bebés.
Ponte a su altura
Para fotografiar a los peques lo más adecuado es ponerse a su altura. Es decir, agacharse o tirarse al suelo si es necesario para poder captarles desde un ángulo adecuado y que no resulte desfavorecedor para ellos. Además, mediante esta “técnica” conseguirás que los niños se sientan menos intimidados y que te vean más como un igual.
Mucha paciencia
Dicen que “la paciencia es la madre de la ciencia” y nunca mejor dicho en el caso de fotografiar a niños y bebés. Tener paciencia es una de las claves para lograr buenos resultados con este tipo de sujetos que de ninguna manera van a hacer lo que nosotros queramos si no coincide con lo que a ellos le apetece. Si no consigues esa toma que querías prueba otra cosa y trata de volver a intentarlo más tarde.
Estate atento y procura ser rápido
A pesar de lo anterior, a la paciencia hay que sumar rapidez ya que en cualquier momento se puede producir ese gesto que estabas buscando y si no estás preparado te lo puedes perder. Si por el contario el sujeto en cuestión está “colaborando”, no malgastes el tiempo de atención que te presté porque nunca sabes en qué momento va a “pasar” de ti.
Déjales a su aire
Si los niños o bebés se muestran desconfiados y el tiempo no es un factor importante, una buena táctica es no insistir y mantenerse un poco al margen de ellos, aunque preparado para hacer la foto en cualquier momento. Para un momento, retírate un poco y déjales tranquilos. Quizá el sujeto necesite un rato para coger confianza con el fotógrafo y perder el miedo, y si les dejas que se olviden un poco de que tú estás allí quizá se animen a mostrar su mejor sonrisa.
Dispara cuando no miren
Tomarles fotos cuando no miren puede ser una buena manera de lograr fotos más espontáneas. Aprovecha cuando estén distraídos jugando con algo y emplea pequeños trucos como llamarles por su nombre para que miren a la cámara. También es interesante hacerles fotos cuando están dormidos, momento que puede ser perfecto para captar toda la dulzura de su rostro.
Por cierto que recuerda que la cara no lo es todo. Los pequeños cuerpos de (sobre todo) los bebés tienen muchas otras partes atractivas para retratar, por lo que no conviene olvidarse de retratar detalles como sus pequeñas manos o pies.
Mejor con luz natural
No debería hacer falta decirte que debes evitar el flash directo, sobre todo si es el que viene incluido en la mayoría de cámaras y estamos fotografiando a bebés (para los que resulta muy molesto). Si necesitas flash la mejor elección es uno externo que se pueda rebotar contra el techo o una superficie similar y no moleste al sujeto o bien, si estamos hablando de fotografía profesional, un softbox o similar que aporte luz suave sin molestar.